Lo que sí tengo muchas ganas de que se muera son todas las pestañas del navegador, pero me es muy difícil dejar ir.
Toda una vida queriendo morir, y cuando la muerte llega, el deseo se va.
Martes musical, pues:
Hace mucho que no publico música por acá:
Solo tienes derecho a llamar “ignorante” a quien, habiéndole enseñado, se niega a aprender.
Parece que mi ropa le está diciendo a la gente lo equivocada que está. La de veces que un vendedor, con esa vocecita entre sorprendida y compasiva, me hace el ‘favor’ de recordarme el precio, como si lo que visto y lo que cuesta las cosas fueran enemigos mortales. Está claro que toca darle una manita de gato a mi look.

Vi The Long DWalk. Es de esas historias que me dejan una marca y cuesta sacarlas de la cabeza. No es para todos, ya que a pesar de no tener escenas de acción al uso ni un diálogo especialmente rápido o ingenioso, la tensión asfixiante de la situación me cautivó por completo.
La película se construye sobre una premisa simple pero brutal, y su poder está en la ejecución: la sensación de inevitabilidad, el desgaste físico y psicológico constante, y la forma en que explora temas profundos como la culpa, la redención y las cicatrices que deja el pasado. Es una película hipnótica y melancólica, que prefiere golpear lento pero seguro, metiéndose bajo tu piel.
No es una experiencia fácil ni divertida, sino más bien una reflexión sombría y persistente. Por todo eso, se merece un 7/10.

Va un bibliarama… o drama bíblico o como quieran llamarle. En la Biblia (y esto es spoiler heavy) hay una historia de un príncipe llamado Siquem que secuestra y viola a Dina, la hermana de doce hermanos. Pero he aquí el plot twist: el tipo queda enamorado perdido y le manda a decir a los hermanos: “Nombren su precio, ¡yo pago lo que sea para casarme con ella!”.
Y aquí viene lo mejor: los hermanos, en vez de rechazarlo porque, no sé, ¡ACABA DE VIOLAR A SU HERMANA Y LAS HERMANAS NO SE VENDEN!, se hacen los ofendidos y dicen: “Lo siento, pero nosotros no damos a nuestras mujeres a hombres incircuncisos”. O sea, el problema no era el delito… sino el prepucio.
Entonces, el príncipe y todos los hombres de la ciudad, para demostrar que van en serio, se hacen la circuncisión (¡ouch, en masa!). Y ahí quedaron, todos tirados al catre recuperándose.
Tres días después, cuando el dolor estaba en su peak, llegan dos de los hermanos, Simeón y Leví, con las espadas afiladas y cara de “ya bailaron las calmadas”. Atacan el pueblo, matan a todos los hombres, incluyendo al príncipe, saquean todo, se roban el ganado y hasta se llevan cautivas a las mujeres y niños. Vaya forma de cerrar el trato.
Y por si no me creen: Génesis 34. Ahí lo tienen.
Lo más gracioso, hasta el momento, del Xiaomi Watch 2 es que me felicitó por alcanzar mi meta diaria de calorías quemadas… ¡¡mientras me comía una cerdohamburguesa!!.