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¿Tercera Guerra Mundial? Nah. Solo otro sábado en Medio Oriente

Hoy despertamos con la noticia de que Estados Unidos decidió lanzar ataques contra Irán. Porque claro, si algo nos hace falta en pleno 2025; con inflación, IA desatada y crisis climática, es otra guerra en el Medio Oriente.

Las redes sociales, como siempre, se llenaron de teorías, pánico y gente asegurando que esto es “el principio del fin”. ¿Estamos a las puertas de una Tercera Guerra Mundial? Spoiler: no lo parece. Pero eso no significa que debamos tomarnos el asunto a la ligera. Vamos por partes.

Irán no tiene con quién jugar a la guerra global

Aunque suene feo, Irán está solo. No tiene aliados militares dispuestos a jugarse el pellejo por ellos. Rusia está ocupadísima en Ucrania, y China… bueno, China está en modo zen: le gusta más hacer negocios que misiles. Y el resto de los países musulmanes, por más que compartan fe, no se avientan por el hermano chiita. Ni de chiste.

Así que si esperaban ver a potencias alineándose contra gringolandia como en la Segunda Guerra Mundial, se van a quedar esperando. Este es más bien uno de esos conflictos donde todos miran hacia otro lado mientras murmuran un tibio “qué feo caso”.

Gringolandia sólo pelea cuando sabe que puede ganar (o al menos eso cree)

Si revisamos el historial de intervenciones militares estadounidenses, hay una constante: atacan cuando creen que no hay consecuencias serias. Irak, Afganistán, Libia… la lista es larga. En cambio, cuando el rival tiene armas nucleares o un ejército de verdad, ahí sí prefieren sentarse a “dialogar”.

¿Y por qué Irán ahora? Fácil: es un blanco conveniente. Tiene enemigos en la región, está aislado diplomáticamente y sus aliados más grandes están ocupados en otros líos. Además, la narrativa de “evitar que Irán tenga armas nucleares” sigue funcionando bien en Washington.

Solidaridad islámica… ¿cuál?

Uno pensaría que los países de mayoría musulmana se apoyarían entre sí. Pero la realidad política es muy diferente. Las divisiones sectarias (suníes vs chiíes), las rivalidades históricas y los intereses nacionales hacen casi imposible una defensa regional coordinada de Irán.

Incluso Arabia Saudita (rival histórico de Irán) ha buscado acercamientos con Israel. En este contexto, es poco probable que otros países musulmanes se levanten en defensa de Irán más allá de emitir condenas diplomáticas.

¿Algo que ahí queda o una bomba de tiempo?

Lo que se sabe hasta ahora es que el objetivo del ataque fue supuestamente desactivar infraestructura nuclear iraní. Es decir, un “ataque preventivo” (traducción: “lo hicimos antes de que lo hicieran ellos”).

El problema es que en Medio Oriente nada es “limitado”. Un ataque puede generar una reacción. Irán podría responder usando a sus amigos: los hutíes, Hezbollah o algún grupo que esté buscando trabajo. Y ahí es donde las cosas se complican.

Europa y sus contradicciones favoritas

Aquí va una joya: Europa se queja constantemente de la llegada de migrantes, especialmente de países musulmanes, pero sigue respaldando la política exterior de gringolandia, la cual (¡sorpresa!) suele generar guerras que desplazan a millones de personas.

Así que cuando los refugiados empiecen a cruzar el Mediterráneo, los gobiernos europeos pondrán el grito en el cielo, sin conectar que quizás, quizás, todo eso tenga algo que ver con las bombas que ellos mismos aplaudieron.

Cuando Medio Oriente arde, sube la gasolina (y todo lo demás)

Cualquier conflicto en el Golfo Pérsico hace temblar los mercados, especialmente por el Estrecho de Ormuz, por donde pasa casi una quinta parte del petróleo mundial. Solo con que alguien mencione la palabra “guerra”, el barril sube como la espuma.

¿Y a quién afecta eso? A todos, pero sobre todo a países como México y otros en América Latina que ya cargan con deuda, inflación, salarios bajos y economías postpandémicas tambaleantes. Gracias, geopolítica.

Entonces… ¿nos vamos preparando para el fin del mundo?

No. Pero tampoco hay que pensar que esto es una simple nota de periódico para olvidar mañana. Los conflictos en Medio Oriente nunca se quedan ahí. Se expanden como manchas de aceite: lentos al principio, pero imposibles de contener después.

Quizás esto se quede en un intercambio limitado. Quizás no. Lo único seguro es que, si hay fuego, el humo nos va a llegar tarde o temprano. Y probablemente nos cueste unos cuantos pesos más por litro de gasolina.

¿Quieres seguir viendo el mundo arder desde tu pantalla o prefieres entender qué está pasando y por qué te afecta? Tú decides. Pero si algo nos ha enseñado la historia reciente es que, aunque las bombas caigan lejos, las consecuencias siempre terminan tocando la puerta.