La temperatura de las lámparas de arco usadas en los primeros proyectores de cine alcanzaban hasta 500°C, la película no se quemaba solo porque cada cuadro era expuesto apenas 0.04 segundos. En ocasiones la película se quedaba atorada y era cuestión de segundos para que esta se quemara. Si yo hubiera nacido un Lumiere, mi ansiedad incapacitante no me hubiera permitido inventar el proyector por el temor de incendiar medio mundo.